Puerto

A pesar de que Marc llevaba unos cuantos días en el castillo, éste no había abierto sus puertas hasta ese día. Ya habían empezado a llegar alumnos inconscientes, en pleno proceso de mutación, y él sabía que dentro de poco empezarían a corretear por el internado, a romper las reglas y a quejarse por todo. Realmente todo esto le traía sin cuidado, al igual que la idea de dominar el mundo, ya que a él pocas cosas le interesaban realmente. Como sabía que los directores no se dejaban ver por la isla, podía hacer lo que le diera la gana, ya que, junto con sus compañeras, él era la ley en ese lugar. Esa noche decidió salir a dar un paseo por la playa, sin molestarse en ponerse la ropa, vistiendo sólo unos boxers negros que dejaban poco a la imaginación.
Su paseo llegó a su fin cuando se topó con la pasarela del puerto, ya que decidió caminar por ésta para jugar un poco con sus poderes. Cuando llegó al extremo más alejado, extendió ambos brazos hacia adelante, con las palmas de las manos abiertas, y el mar comenzó a agitarse con intensidad. Levantó los brazos con fuerza por encima de su cabeza, sin doblarlos, y el mar enseguida copió su movimiento formando una ola enorme que se mantuvo en posición vertical, como si estuviera esperando una nueva orden. Esta nueva orden no tardó demasiado en llegar, pues Marc separó los brazos lentamente y los bajó hasta dejarlos a la altura de sus caderas, a ambos lados del cuerpo. La ola vertical se separó por la mitad y el agua cayó de forma violenta sobre el mar, que ya no estaba tan agitado, y se rompió por completo la magia del momento.

Suspiró por enésima vez antes de cerrar los ojos y sentir el viento golpeando su rostro. Ese día llegarían los chicos al internado, al fin llegarían para poder dar las clases, estaba emocionada en cierto sentido. Le parecía un poco cruel que los dejaran tirados por ahí mientras se transformaban, pero ya quería tener su grupo de estudio para poder llenar esas poco desarrolladas mentes de conocimiento y habilidades. Si, estaba emocionada. Caminó por la costa durante un buen rato hasta que vio las aguas elevarse, abrió mucho los ojos. ¡Etos! Bueno, no es que nunca hubiese visto uno ni utilizar sus poderes, pero eso le parecía realmente impresionante a la pequeña cosa que podía hacer ella; cambiar a un lince. Patético. Cuando llegó al lugar donde había visto tal espectáculo, vio a una profesora, la conocía, se llamaba Cymbeline y empanada, seguida de ella, estaba Marc. Suspiró, el chico le era raro y por la forma de actuar hasta podría decir que peligroso, y claro, ahora con el poder que podía ver él tenía, era mucho peor. Pero ella trataría de llevarse bien y no incordiar. Sonrió amable.

- Impresionante –halagó, miró un momento el agua y luego volvió la vista al profesor. Aún no podía entender cómo alguien como él se haría cargo de unos adolescentes que no tendrían idea de nada.

A pesar de que había escuchado la voz de Cymbeline a sus espaldas, decidió no girarse, y se sentó en el borde de la pasarela con aire distraído, como si no hubiera escuchado nada. En realidad no tenía ningún tipo de problema con su compañera, pero segundos después de escuchar su voz se había olvidado de que estaba allí. Eso de tener tan mala memoria no era algo con lo que hubiera nacido, ni siquiera era una de sus características, pero en cambio no podía evitar olvidar algunos pequeños detalles de vez en cuando. Él estaba seguro de que era por culpa de las drogas, pero no quería admitirlo, ya que no tenía pensado dejarlas y, además, no tenía importancia, pues tenía en perfecto funcionamiento sus demás funciones metales... y sexuales.
Esbozó una pícara sonrisa ladeada al pensar en sus funciones sexuales y, como por arte de magia, recordó que Cymbeline se encontraba allí. Supuso que ya se habría marchado al no haber obtenido respuesta o, por lo contrario, se habría empanado esperándola. Se giró para comprobar cual de estas dos opciones era la correcta, pero vio algo más interesante justo después de comprobar que era la segunda: Eva acababa de llegar y, por si fuera poco, le había hablado. Él sabía que ella estaba terriblemente enamorada de él y, aunque ésta le atraía físicamente, él le había dicho muchas veces que su amor era algo imposible. Bueno, en realidad todo esto era mentira, pero a Marc le gustaba fantasear con ese tipo de cosas, más que nada porque le resultaba gracioso.
- Ya sé que estoy muy bueno, pero tampoco es para tanto - Contestó mirando fijamente a Eva, con una amplia sonrisa, que más que estar sonriendo parecía que estaba enseñándole sus blancos y perfectos dientes de profesor sexy - Y tú tampoco estás mal, morena mía - Añadió guiñándole un ojo y dejando de esbozar aquella forzada sonrisa.

Claro, cómo no darse cuenta? El chico era raro, y no raro de hacer cosas raras, raro de tener pensamientos demasiados pervertidos para el gusto de Eva. Ella era una persona tranquila, amable, y si, tenía verguenza, mucha, de hecho. Por ello siempre se sentía incómoda cuando él le saltaba con una de esas cosas que tomaba como "bromas" y le parecía "divertido". Vamos ¿Qué puede uno verle de divertido a eso? Ella sinceramente no lo entendía, pero no lo juzgaría, decidió forzar la sonrisa para no poner mal cara y mirarlo a los ojos un momento. No era de aguantar mucho la mirada. ¿Miedosa? Puede ser, aunque si era obstinada y cabeza dura y nunca se atervería a decir, admitir, que tenía miedo o se ponía nerviosa por algo. A veces ese no era su mejor razgo y la gente la tomaba como una persona frágil y débil, y ella no quería que la gente tuviese esa impresión de ella porque luego quedaban posibilidades de que se aprobecharan de ello de cualquier modo y no era bueno. Sus sentimientos eran algo facil de romper, así que no era nada raro verla sonreir constantemente, o que de sus ojos se escaparan varias lágrimas, era una chica muy apegada a sus sentimientos. A veces considerada bipolar.

- Hum, claro -no respondió nada más a ello. Era tan extraño para ella que le contestara de esa forma. Dio un paso atrás, amagando a irse- Creo que, te estoy molestando...-comenzó, dispuesta a irse totalemnte incómoda por aquélla sonrisa que le había dirigido el profesor. Si tenía más estudiantes así, no sabría qué hacer.

Le encantaba poner a la gente en situaciones comprometidas, era algo que se le daba realmente bien, y, en caso de no conseguirlo, siempre podía molestarlos, que resultaba igual de divertido y se le daba el doble de bien. Escuchó su breve respuesta y alzó una ceja de manera seductora, aunque sin la verdadera intención de seducir a su compañera, y apoyó las dos manos a ambos lados de su cuerpo. Hizo fuerza con sus brazos para levantar el peso de su cuerpo y apoyar los pies sobre la pasarela, se incorporó y meneó el trasero en círculos para que recuperase su vitalidad y no se quedara con la forma de la pasarela. Escuchó cómo Eva daba un paso hacia atrás y volvía a hablar, y entonces se giró rápidamente para observarla antes de que ésta decidiera escaparse de él. Pobre Marc, con lo inocente que era en realidad... vale, puede que sus compañeras ya no se creyeran esa bola, pero ahora tendría a montones de alumnos para divertirse todo lo que quisiera.
- Ya sabes que tú nunca molestas, mi querida Eva - Se acercó a ella antes de que ésta reaccionara y se marchase de allí, y le cogió una mano para, posteriormente, besarla fingiendo ser todo un caballero - Además... - Añadió mirándola a los ojos, esbozando una pequeña sonrisa pícara que asustaría a cualquiera que conociese a Marc - todavía no ha empezado la diversión.

Su instinto le decía que tenía que irse, lo vio en silencio ponerse en pie de una manera batsante extraña pero no hizo comentario algúno sobre el tema, prefería que él no la notara tanto y poder marcharse sana y salva. Claro, el destino no le sonreía, de hecho, casi nunca lo hacía, pero ella seguía soportando. Todabía se preguntaba cómo es que Marc había parado ahí, siempre profesor, específicamente. Era una cosa que no tenía demasiado sentido si te ponías a pesar por el hecho de que no era responsable, ni se portaba demasiado bien, realmente compadecía a los alumnos que lo tendrían de profesor. Se heló en el lugar donde estaba cuando vio que le besaba la mano, la retió apresuradamente como si le hubiese quemado, con las mejillas rojas y calientes. ¡Peligro! Estaba demasiado cerca de ella. Y bueno, cualquiera podría haber pensando que él le había hecho daño o que ella era alérgica a él o una cosa así. Esa sonrisa forzada en sus labios se mantenía presente, forzada e incómoda porque quería irse realmente. Le dio un escalofrío, sin dudas debía de irse de ahí lo más rápido pocible, sin dudas. Nada iba bien.

- Yo, eh... no -parpadeó varias veces y respiró un poco, tratando de calmar esos nervios que le carcomian por dentro- ¿Diversión? -mal augurio, mal augurio. Hizo uan pequeña mueca que demsotraba su descontento- E-en serio, yo, me voy -dio otro par de pasos, no se dejaría "arrastrar" por él. A ningún lado, ni por ninguna diversión.

Observó cómo sus mejillas adquirían un tono rojo similar al de un tomate, pero dicho color se fue intensificando hasta que consiguió parecerse al de un semáforo, intenso y resplandeciente. De haber enrojecido un poco más, a Marc le habría hecho falta un buen par de gafas de sol para poder seguir mirando a Eva a la cara. Percibió su sonrisa, cada vez más forzada, y supo que ella estaba más incómoda por momentos, pero esto no iba a acabarse ahí, y ambos lo sabían, aunque su compañera intentara convencerse de lo contrario. Observó con cautela todos sus movimientos, fijándose en sus vanos intentos de relajarse y su mueca de descontento ante la diversión que el muchacho le ofrecía. Desde luego, la chica no tenía ni idea de a qué tipo de diversión se refería Marc, ya que, de haberlo sabido y después de haberlo visto en boxers, se habría lanzado a sus brazos como hacían todas las mujeres a las que insinuaba ese tipo de cosas.
Tiró de la mano de Eva cuando ésta dio un par de pasos más hacia atrás, atrayéndola hacia su espléndido cuerpo de profesor y evitando que se alejara más de él, ya que, de hacerlo, tendría que comenzar a caminar, y en esos momentos no le apetecía demasiado moverse. A no ser que fuera para pasar un buen rato, porque entonces estaba dispuesto a moverse todo lo que fuera necesario. Vaya si lo estaba. Aunque no fuera necesariamente con Eva... también le valía Cymbeline, pero como ahora mismo estaba empanada...
- No seas tonta, Eva... nos conocemos - A pesar de que su tono de voz era lo más tranquilizador posible, Marc sabía que esas palabras iban a tener el efecto contrario en su compañera, lo que no le preocupaba lo más mínimo, pues en caso de querer hacer algo realmente iba a hacerlo, de todas formas, en caso de que se transformara en lince e intentara atacarlo, cosa que el chico dudaba que hiciera, él podría quemar su precioso pelaje y así evitar ser dañado por aquella mujer.

Algúna que otra vez Eva se había considerado una chica torpe que se llevaba todo por delante y medio atropellada, ese momento no era uno de ellos, por suerte, de lo contrario ya hubiese terminado en el agua al intentar escaparse de las ''garras'' de Marc. Por un pequeño momento se imaginó las manos del profesor como si realmente fuesen algún tipo extraño de garras, con uñas largas y afiladas y negras y piel roja y eso no le hizo ni una pizca de gracia. Tenía que dejar de imaginar cosas, proque algún día no se daría cuenta cuál era cuál y terminaría por confundir las cosas que realmente pasaban, con las que solo tenían lugar en su cabeza.
Él tiró de la mano de la Cras, la cual, intentó no moverse del lugar donde estaba, oponiendo la resistencia que pudo pero la cual fue reducida a nada en cuestión de segundos. De momento a otro ella estaba ahí, cerca de él, con el corazón latiéndole con fuerza contra las costillas y la desconfianza hacia el muchacho que iba en aumento. No entendía si es que tenía una manía, algún problema psicológico o qué. Tragó saliva y rió de una manera nerviosa. ¡¿Que se conocían?! Patético, ridículo. Ella no quería ni pensar en lo que él podría estar insinuando.

- No, realmente no nos conocemos -Lo miró seria a los ojos, dejando de lado todo aquello que la hacía ver como una frágil criatura que se echaría a llorar en cualquier momento. Él tenía que entender que la gente no siempre iba a estar a su favor y que no siempre saldría ganando y que no podía obligar a las personas, ni asustarlas de ese modo, tenía que tener un poco de respeto por algo. Aunque fuese mínimo.

Escuchó a su compañera, que en ese momento había cambiado radicalmente su manera de comportarse y parecía intentar imponerse a él. No pudo reprimir una carcajada al ver la expresión de seriedad en la cara de la mujer, ya que era el complemento perfecto para el comentario que acababa de hacer ésta. En realidad tenía razón, pero al profesor le resultaba terriblemente gracioso que no se hubiera dado cuenta del verdadero significado de aquella frase. Se encogió de hombros ligeramente, con aire despreocupado, y soltó la muñeca de Eva.
- Como quieras, nubecilla. Pero no olvides que... - Acercó rápidamente su cara a la de la mujer y adornó ésta con un amplio lametón a lo largo de su mejilla izquierda. Cuando se retiró, hizo una mueca de asco y escupió al suelo - Deberías echarte menos maquillaje, de todas formas, tu cara no va a mejorar - Completó la frase que había dejado en el aire y se dio la vuelta para volver al lugar en el que estaba sentado antes de que Eva apareciera en el puerto.
En cualquier otro momento le habría hecho cosas terribles, pero no le apetecía ver cómo su compañera lloraba justo el día en el que habían empezado a llegar los alumnos al castillo. Se preguntaba si sería tan insensata como para atreverse a atarcarlo o a referirse a él con alguna palabra que no fuese de su agrado o, aunque sólo fuera, a hacer algún comentario fuera de tono que pudiera hacer que se enfadara. No la veía capaz de hacer nada de eso, aunque no podría negar que le hubiera resultado muy divertido pelearse con aquella mujer... sobre todo si era sobre barro y Cymbeline decidía unirse. Participar en una pelea de gatas... increíble.

No se esperaba otra cosa, ella intentaba ser seria y firme y él se reía en su cara, bueno, precía algo demasiado normal vieniendo de Marc. Ahora ella se preguntaba si en verdad él se reía por la cara que había puesto o por el hecho de que ella aparentemente no había entendido aquél doble sentido que se le podía dar a la frase. Que él le había dado a la frase. Al contrario, si bien ella no era una persona de pensamientos de ese tipo, por el simple hecho de tener demasiada vergüenza, no era inocente del todo y se había dado cuenta. Bueno, eso creía ella, tal vez estaba pensando demasiado y dando muchas vueltas para terminar en lo equivocado. Una pequeña sonrisa de victoria se apareció en los labios de la morena cuando su muñeca estuvo totalmente libre, ahora podía irse, genial. No prestó atención a lo que le había dicho, dispuesta a irse, pero claro, ella sacó conclusiones antes de tiempo y al final, no se iba a ir sin un disgusto.
Le lamió el rostro, pero, no algo pequeño e insignificante, fue, asqueroso. Hizo una mueca de completo asco y se restregó la mejilla con las manos para luego limpiárselas en los jeans que tenía puestos.

- Eres un asco –dijo ofendida al ver cómo el profesor se iba a sentar de nuevo a su lugar, y, dando por hecho que todo había terminado, comenzó a caminar en dirección opuesta.