Resultaría extraño encontrar una tienda de ropa dentro de un internado o de un castillo, pero esta habitación es, básicamente, eso, con la diferencia de que no hay ningún empleado al que debas pagarle la ropa que cojas. Por todas partes hay prendas de todos los estilos, siendo renovadas con frecuencia, y al fondo hay unos cuantos probadores para que puedas elegir la ropa que mejor te siente.